La juventud no es eterna: científicos revelan a qué edad se deja de ser joven

Un equipo de científicos identificó tres edades cruciales con cambios en las proteínas que circulan en la sangre.

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La juventud no es eterna: científicos revelan a qué edad se deja de ser joven. (Foto: Pxhere)
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La juventud no es eterna, al menos esto es lo que dice la ciencia con un estudio que revela a qué edad se deja de ser joven.

El estudio "Undulating changes in human plasma proteome profiles across the lifespan", publicado en 2019 por investigadores de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos; no sólo ofrece una visión detallada sobre las transformaciones que sufren las proteínas plasmáticas en el cuerpo, sino que define con precisión las edades en las que ocurren, y con ello, el momento en que se deja de ser joven.

El análisis se basó en el estudio del plasma de 4,263 personas, cuyas edades oscilaron entre los 18 y 95 años. A través de este muestreo, los investigadores lograron identificar un reloj fisiológico basado en 373 proteínas específicas, capaces de predecir la edad cronológica de una persona.

Asi, se detectaron tres edades cruciales, cada una marca una etapa distinta en la vida, con cambios específicos en las proteínas que circulan en la sangre.

Se acaba la juventud: edad adulta inicia a los 34 años

A los 34 años, el cuerpo humano entra en lo que se considera la edad adulta. En esta fase, se observa el primer gran cambio en los niveles de proteínas en la sangre.

La Asociación para el Aprendizaje Permanente y la Participación Social de las Personas Mayores (Hartu-emanak) destaca que, según este estudio, la juventud culmina en este punto, dando inicio a la etapa adulta.

Madurez tardía: 60 años

El siguiente punto de inflexión se sitúa a los 60 años. Esta edad marca el comienzo de la madurez tardía, una fase en la que se registran cambios más pronunciados en las proteínas del plasma. Estos cambios reflejan la adaptación del cuerpo a una nueva etapa de la vida, donde el envejecimiento se hace más evidente.

Vejez: 78 años

Finalmente, a los 78 años, el cuerpo entra en la etapa de vejez. Esta última fase se caracteriza por una transformación significativa en los niveles de proteínas en la sangre, lo que implica una serie de ajustes biológicos que afectan el funcionamiento general del organismo.

El estudio señala que en estas tres edades críticas, los niveles de ciertas proteínas que hasta entonces permanecían constantes, comienzan a cambiar de manera considerable pero no uniforme, en otras palabras, el proceso de envejecimiento varía en casa persona.

¿Qué significan los cambios en las proteínas plasmáticas?

Tony Wyss-Coray, profesor de ciencias neurológicas y uno de los autores principales del estudio, explicó:

“Las proteínas son los caballos de batalla de las células constituyentes del cuerpo, y cuando sus niveles relativos experimentan cambios sustanciales, significa que tú también has cambiado. Mirar miles de ellos en plasma te da una instantánea de lo que sucede en todo el cuerpo”.

Estos cambios reflejan y, en muchos casos, impulsan el proceso de envejecimiento, influyendo en la salud y la función biológica a lo largo de la vida. Por ejemplo:

Inflamación y respuesta inmune

Con el envejecimiento, se observa un aumento en ciertas proteínas asociadas con la inflamación crónica (inflamación de bajo grado), un proceso conocido como "inflammaging". Esto puede contribuir a enfermedades relacionadas con la edad, como la artritis y las enfermedades cardiovasculares.

Función metabólica

Proteínas involucradas en el metabolismo pueden cambiar, afectando la capacidad del cuerpo para procesar nutrientes y energía. Esto puede contribuir a problemas metabólicos como la diabetes tipo 2.

Regeneración y reparación de tejidos

Las proteínas que juegan un papel en la reparación de tejidos y en la regeneración celular pueden disminuir en eficiencia, lo que lleva a una recuperación más lenta de lesiones y a una mayor vulnerabilidad a enfermedades.

Protección antioxidante

Con la edad, puede haber una disminución en las proteínas antioxidantes que protegen las células del daño oxidativo, aumentando el riesgo de daño celular y enfermedades degenerativas.

(Con información de Nature)

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