Ya basta de tanto abandono

Por años, el sur de Quintana Roo ha sido víctima de la indiferencia y el olvido. Mientras otras regiones avanzan...

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Por años, el sur de Quintana Roo ha sido víctima de la indiferencia y el olvido. Mientras otras regiones avanzan, Chetumal y sus alrededores parecen haberse detenido en el tiempo, envueltos en un abandono que hiere a quienes sienten orgullo por esta tierra.

Basta con dar un recorrido por la capital para notar el desprecio por el patrimonio. El Palacio Municipal de Othón P. Blanco es un ejemplo claro: en lugar de reparar el elevador original, la presidenta municipal morenista, Yensunni Martínez Hernández, decidió construir uno nuevo que luce como un apéndice desentonado en la fachada histórica del edificio. Una obra que no solo rompe con la estética, sino que evidencia la falta de sensibilidad hacia la arquitectura icónica de la ciudad.

Pero el despropósito no termina ahí. La Megaescultura, que alguna vez prometió ser un símbolo de modernidad, se ha convertido en un monumento al despilfarro y la negligencia.

Millones de pesos invertidos para terminar con juegos infantiles rotos, baños inservibles y estructuras de madera que se pudren a la vista de todos. ¿Acaso esa es la imagen que queremos para nuestro boulevard, uno de los más bellos del país?

Mientras tanto, los parques emblemáticos se desmoronan. Lugares que fueron punto de encuentro para las familias chetumaleñas como el Parque de los Caimanes y el Parque del Maestro son ahora testigos mudos de la desidia. ¿Y la solución? Construir nuevos parques que, si la historia se repite, terminarán igual de abandonados. ¿Por qué no rescatar lo que ya tenemos en vez de crear más elefantes blancos destinados al olvido?

Uno de los casos más indignantes es el del zoológico Payo Obispo, cerrado desde hace más de siete meses. El abandono es total, los animales desaparecieron y nadie sabe a dónde fueron a parar. La alcaldesa prometió una “millonaria inversión” para su restauración, pero los únicos resultados visibles son el deterioro y la opacidad. ¿Dónde quedó ese dinero? ¿A quién beneficia este desinterés?

La declaratoria de Barrio Mágico al primer cuadro de la ciudad prometía revitalizar el centro, pero la realidad es otra: calles llenas de baches, desfondes y sin alumbrado público, locales cerrados y un deterioro evidente. Una vez más, las promesas se quedan en discursos vacíos mientras la ciudad se hunde en la indiferencia oficial.

Y para colmo de males, ahora se pretende borrar otro pedazo de historia. El presidente de la Canaco Servytur Chetumal-Tulum, Amir Padilla Espadas, tuvo la “brillante” idea de demoler el estadio de béisbol Nachan Ka’an.

En lugar de apostar por su rehabilitación, propone desaparecerlo para construir un parque que, según él, “mejoraría la imagen” para turistas. ¿Desde cuándo la solución es demoler lo que forma parte de nuestra identidad? El Nachan Ka’an no solo es un estadio, es un lugar cargado de memorias, emociones y tradiciones. Destruirlo sería borrar parte del alma de Chetumal.

Chetumal y el sur de Quintana Roo merecen más que promesas rotas y proyectos mal planeados. Merecen autoridades comprometidas con la conservación, el mantenimiento y el respeto de sus espacios públicos. No se puede hablar de progreso mientras se destruye lo que nos da identidad.

Ya basta de tanto abandono. Ya basta de tanta indiferencia.

¿Hasta cuándo seguiremos permitiendo que la historia, la cultura y los espacios emblemáticos sean pisoteados por la apatía y el desinterés de las autoridades?

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