Elección tranquila y copiosa

Ya en recuperación de una duradera lesión en el hombro, nos toca el retorno al teclado en una fecha...

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Ya en recuperación de una duradera lesión en el hombro, nos toca el retorno al teclado en una fecha que será considerada histórica por varios motivos, empezando porque las dos candidatas realmente competitivas fueron mujeres, a pesar de que el varón postulado por Movimiento Ciudadano, Jorge Álvarez Maynez, ciertamente nos sorprendió a muchos por sus resultados tras una campaña a la que apuntaló, curiosamente, un video de ebrios impertinentes en el palco de un estadio que protagonizó con el gobernador de Nuevo León, su correligionario y cuatacho Samuel García Sepúlveda, otra estrella de la camada de juniors livin’ la vida loca de la política mexicana.

Ya hacia la media jornada, los reportes de asistencia a las casillas electorales barruntaban una participación muy elevada para la usanza mexicana de por lo menos lo que va de este siglo XXI: este primer duelo en pos del más alto cargo del Poder Ejecutivo mexicano parecía haber despertado un interés inusual, que de concretarse como récord en los cómputos formales valdría la pena estudiar a fondo, ya que difícilmente la falta de originalidad de los partidos integrantes de las coaliciones, con desempeños más bien depauperados, casi decimonónicos, determinó que no hicieran la gran diferencia.

Por ahora nos parece claro que el por demás movido “agarrón” entre las señoras Xóchitl Gálvez Ruiz, de la coalición Fuerza y Corazón por México, y Claudia Sheinbaum Pardo, abanderada de Sigamos Haciendo Historia —usamos el orden tradicional para mencionar partidos políticos, que es el de la antigüedad de sus registros: el PAN posee el más añejo—, sin excluir el tan protagónico cuan ilegal papel del todavía muy popular presidente Andrés Manuel López Obrador a favor de su correligionaria y pupila, se debió sobre todo a sus propias personalidades y no tanto a las organizaciones políticas que las postularon, pero desde la apertura de las casillas, que en Quintana Roo se dio primero que en el resto del país, quienes sufragamos en el mismo domicilio desde hace muchos años comentábamos no haber visto nuca filas tan largas.

Que no se entienda que acusamos de haber fracasado a los partidos, amén de que si bien fueron rebasados por sus propias candidatas —y candidato— hicieron un esfuerzo por lo menos perceptible, y en general el Estado y destacadamente la sociedad se esmeraron en sacar a los electores de la poltrona dominical acompañada, aquí en nuestras tierras peninsulares, por deliciosas tortas de cochinita pibil y lechón horneado.

La gente estaba metida en el borlote de las campañas: un signo muy claro fue que, mientras que a ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de antaño, como, digamos, Genaro Góngora Pimentel o Mariano Azuela Güitrón, cuando acudían en elecciones a depositar sus papeletas en las urnas nadie los reconocía; ni siquiera los pelaban, pero ahora que el pérfido togado en retiro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea se apersonó en el sitio de votación que le correspondía se llevó abucheos, silbidos y coloridas imprecaciones, cual villano favorito que es en editoriales y noticieros. Parece que los mexicanos ordinarios, de la mano de las candidatas presidenciales, ya estamos mucho más metidos en la política.

Mucho antes de concluir la jornada electoral a las 6 de la tarde —de nuevo, primero en Quintana Roo que en el resto de la república—, aunque por supuesto falta mucho para que conozcamos los resultados oficiales ya se tenía una bien sustentada y muy halagüeña sensación muy. Las enjundiosas campañas de Gálvez y Sheinbaum, encendieron los ánimos tanto como para estimular la participación, pero afortunadamente no tanto como para incendiar la jornada.

El extremo, para el contraste, fue la elección en la que “triunfó” José López Portillo… ¡sin que compitiera algún otro candidato!, pero, aparte del impresionante arrastre de López Obrador que en sus guerras causó indignación por sus derrotas y emoción por sus victorias, creemos que esta ha sido la elección más interesante y atractiva de este milenio.

Nos gustaría estar analizando con ustedes los resultados, pero por la hora en la que Novedades de Quintana Roo nos requiere los materiales para que puedan ser integrados a su edición impresa, no tenemos para el lector más que este testimonio de una elección sui generis, que dejó muy buen sabor de boca… por lo menos hasta antes de que acaezcan las usualmente furibundas sesiones postelectorales, en donde muchas veces, por encima o por debajo de la mesa, se dan las verdaderas y trascendentales definiciones político-electorales.

Ya platicaremos.

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