Reforma judicial entre corrupción, fatiga, hambre y glucosa

José Luis Ripoll Gómez: Reforma judicial entre corrupción, fatiga, hambre y glucosa.

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El jurista norteamericano Jerome Frank, sostuvo una posición polémica: la justicia dependía en gran forma de lo que el juez ha desayunado, es decir, si fue poco, era propenso a denegar libertad condicionada a los procesados por la premura en ir almorzar, en cambio, si el desayuno fue suculento era propenso a otorgar libertad a los detenidos. Es probable que decidan de acuerdo con sus niveles de glucosa en la sangre.

El psicólogo y premio Nobel de Economía, Daniel Kahneman, en “Pensar rápido, pensar despacio”, consideró que: “jueces cansados y hambrientos tienden a tomar la decisión más fácil y común de denegar peticiones de libertad condicional. La fatiga y el hambre probablemente sean aquí determinantes”. Somos animales biológicos.

En Yucatán, como en muchos lugares, son varios los juzgadores que se han hecho tristemente célebres por el trato poco cortés con los justiciables y sus defensores. Los abogados conocemos a las y los juzgadores soberbios, tanto en el local como en el federal. Empero, ¿por qué no exigirles un test de estabilidad mental? “Hombre soy nada de lo humano me es ajeno”, sostuvo Terencio. Es probable que algunos no pasarían el test.

Son dos aspectos que se plantean en esta reforma judicial: primero, el cambio en condiciones económicas-laborales y, segunda, el nombramiento de funcionarios judiciales. Durante años, la actitud de muchos de sus integrantes no fue la más modesta. Desplantes de divos. El sistema político creó ministros, magistrados y jueces con características de semidioses, inmaculados. Se acostumbraron a la “buena vida”, hacer tratados con privilegios que no cualquiera goza. Ahora son sometidos a fuertes críticas, algunas relacionadas con sentencias judiciales a favor de intereses criminales vinculados con grupos delincuenciales. Tampoco son tolerantes a soportar la menor crítica sobre su trabajo. En el momento que alguien osa por criticar el trabajo jurisdiccional, automáticamente se enojan y se sienten atacados.

En general, a los juzgadores no les gusta la academia, hacen esfuerzo, sólo acuden por los títulos que posibilitan una mejor carrera judicial. Les genera insatisfacciones, se sienten mejor en su zona de confort. Para ellos es mejor no dudar y mantenerse en la inercia de la función jurisdiccional.

Existen brillantes juzgadores en el judicial, juristas de cepa, letrados que realizan un trabajo intachable. Larga es la lista de juzgadores honestos, pero también hay lista negra, elementos que no han estado a la altura de la responsabilidad en la impartición de justicia. ¡Por unos pagan todos!

Como sostiene Richard Posner: “A la mayor parte de los jueces no les gusta disentir [...] A los jueces tampoco les gusta las opiniones disidentes, y de ahí que la emisión de ese tipo de opiniones mine las buenas relaciones entre ellos. A los jueces no les gusta ser objetos de críticas, ni tener que molestarse en revisar el borrador de su voto para salvar así los posibles argumentos sólidos que hayan sido esgrimidos por el voto disidente, ni tampoco, y ésa sería la peor situación, perder al tercer juez a favor del disidente”.

Por cierto, llama la atención la pasividad y silencio de las escuelas y facultades de derecho sobre esta reforma. ¿Por qué será?

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