Peligro ante la automedicación pirata
Jacinto Herrera León: Peligro ante la automedicación pirata
La piratería, sin duda, es uno de los comercios criminales más lacerantes para la economía de un país y de un Estado. Hasta la fecha, la Cofepris ha puesto mano dura cuando se trata de establecer estrategias y acciones contra las empresas, cuyo compromiso social son letra muerta, cuando de la vida de seres humanos hablamos.
Recientemente se exhibieron falsificaciones de algunas ampicilinas, lisados bacterianos, bicarbonato de sodio efervescente y paracetamol con cafeína, cuyos nombres comerciales omitimos por razones éticas. Estas prácticas que van en aumento violentan la salud, aprovechando que, ante la falta de suficiente información a la población en cuanto a los riesgos de la automedicación, compran, sin consultar, fármacos de venta libre.
Si bien este flagelo es irreverentemente dañino, que pensaría usted sobre la presencia, venta y consumo de medicamentos “pirata”, el calificativo sería de abominable atentado contra la integridad humana y reprobable sesgo administrativo para los responsables de la vigilancia de cualquier insumo de consumo.
Actualmente, a nivel mundial, se estima que la comercialización de productos farmacéuticos de forma clandestina e ilegal asciende a 35 billones de dólares anuales. Nuestro país ocupa el sexto en la venta de estos medicamentos, y a nivel nacional Jalisco ocupa el primer lugar en este rubro.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que los medicamentos falsificados constituyen una peligrosa epidemia que se extiende en todo el mundo, por lo que resulta oportuno tomar medidas concretas e inmediatas para combatirla.
Si bien se han hecho esfuerzos loables a través de exigir que para la adquisición de un medicamento se presente la receta médica con los datos del médico, cédula, institución que expidió su título, dirección y teléfono, el problema radica en la comercialización de insumos de la salud de manera clandestina. De hecho, los medicamentos caducados y piratas ya alcanzan una comercialización de entre un 20 y 30 por ciento para su venta y sin ningún control en los tianguis.
Pero la pregunta es, ¿cuál es la razón de fondo por la que este comercio criminal encuentra tierra fértil para moverse sin control? Sin temor a equivocarnos afirmaríamos categóricamente que la reducción del poder adquisitivo de las personas es la razón principal, amén de la tolerancia por parte de los mandos medios y operativos de las instituciones al momento de su adquisición, y la falta de oportunidad en la atención (asistencial) dentro del sector salud.
Reduzcamos ese flagelo silencioso. Exijamos a nuestras autoridades sanitarias no cejar en su lucha sin cuartel, evitando la entrada al país de medicamentos apócrifos, que se redoble la vigilancia a expendios de fármacos de venta libre, incluyendo las tienditas de la esquina, y finalmente que los legisladores establezcan penas corporales ejemplares para estos agresores sociales.