Muerte desde la perspectiva médica
Jacinto Herrera León: Muerte desde la perspectiva médica.
Estamos viviendo los tradicionales eventos como parte del Día de los Fieles Difuntos y en nuestra cultura el arte culinario que caracteriza a Yucatán hace gala, entre pibes o mucbilpollos, que hacen olvidar cualquier tipo de dieta.
Regresando al “Día de Muertos”, quisiera realizar algunas reflexiones desde los puntos de vista profesional y cultural. De entrada comento que la Medicina nació para conjurar la muerte, nació mágica, y los primeros médicos fueron los chamanes, sanadores y médiums, con poderes para hablar con los espíritus y regresar a los difuntos del reino de las sombras.
Científicamente hablando, la definición de muerte más aceptada en la actualidad corresponde a Bernat: “La muerte es el cese permanente del funcionamiento del organismo como una totalidad”. En forma similar, el Comité Sueco para la Definición de la Muerte expresa: “La muerte es la pérdida irreversible de la capacidad para integrar y coordinar las funciones del organismo, físicas y mentales, dentro de una unidad funcional”. Estas definiciones se refieren a la muerte encefálica total. Este concepto supone la pérdida irreversible, tanto de funciones mentales (actividad intelectual, conciencia, memoria, emociones) como vegetativas (respiración, presión arterial, temperatura).
Por otro lado, los ritos y costumbres funerarios cumplen una función social importante. Para que tengan una idea, las primeras prácticas funerarias de las que se tienen evidencias provienen de grupos de Homo Sapiens. Entre los mayas se diferenciaba el enterramiento según la clase social del muerto, de tal manera que la gente ordinaria se enterraba bajo el piso de la casa, a los nobles se los incineraba y sobre sus tumbas se construían templos funerarios. Los aztecas creían en la existencia del Paraíso y del Infierno, y preparaban a sus muertos para luchar a lo largo de un camino lleno de obstáculos al final del cual los esperaba el Señor de los Muertos, que decidía sus destinos.
Todos los ritos funerarios, simples o complejos, indican la creencia en otra forma de seguir viviendo en otra modalidad de existir, representan la transición del ser humano de un estado a otro, se contraponen a la idea de la desaparición absoluta.
El funeral y las prácticas religiosas permiten a los deudos expresar su dolor públicamente, el muerto es entonces reincorporado con un nuevo estado social: ya no puede ser criticado, se le perdonan todas sus faltas y se remarcan sus virtudes, recordando los hechos y anécdotas más notables que ha protagonizado durante su existencia. Este recuerdo constante es lo que lo mantiene vivo en la mente de sus familiares y amigos.
Concluyo esta columna invitándote a que dentro de ese cotidiano devenir realices acciones positivas que se transformen en obras para el bien colectivo. Dejar legado que te garantice trascender, es una manera de alcanzar la inmortalidad.